miércoles, 29 de junio de 2011

Conteste, Por Favor


"Creo que ahora tendré que pedir permiso para morir un poco. Con permiso, ¿eh? No tardo"… Ya voy, Ernesto, ahorita voy, dejo de sollozar y salgo.

Tengo una buena tolerancia para el dolor, es cierto. ¡Ah….. eso de haber sido criada bajo la figura femenina masoquista es complicado! Mamá y la vieja retrechera de mi abuela siempre me dijeron que a esta vida venimos a sufrir y que el dolor de hoy es insignificante frente al que tendremos mañana, pero esto ya es demasiado, ahora sí tiro la toalla y como decía la negra: ¡Que paren el mundo, me quiero bajar!

Ya sé, Ernesto, ya se que no tengo tiempo para morirme. Que tengo que continuar con la presentación, que viene la gira y después el contrato, que después de esto vendrá el tan anhelado tour por allá lejos y que así, pasando desapercibida, con la carita de yo no fui que tanto le gusta, lograré quedarme y que después de escasos meses de trabajo y unas cuantas presentaciones al estilo cabaret, lograré conseguir los pesos que necesito para la casa de mis retoños y, quién quita, hasta agarre a uno guapo y grande que se enamore de mi y me de un apellido decente y una casa con piscina. Créame que lo sé, Ernesto, pero no hay razón para seguir. ¡Hoy no me presento!

Todos tienen algo especial: La Zamba por ser la única hembra, ese tezón y el empuje, esa es mi espejo, la que reemplaza mis labores de mama que por estar por acá tan lejos no puedo cumplir a diario y que cuando voy, o ellos vienen, como la vez que pude traerlos a que se maravillaran con una ciudad construida toda de ladrillo, no puedo desempeñar, porque sobre todo para los más nenes soy una desconocida, alguien que llega con regalos y se va con lágrimas, soy un enigma para mis hijos-. El Lucho tiene el color de ojos del taita, no son verdes exactamente, ni grises ni negros, tienen todo el misterio dentro de ellos y La una entiende la belleza cuando se los queda observando, además es tan trabajador y tan fuerte… cómo no quererlo. El Demetrio se ha demorado en hablar, no tiene afán pero eso sí, se sabe expresar… la ternura que hay en ese ser no necesita de nada ni de nadie. Cuando estoy po´allá no quiero sino tenerlo como un mico colgado entre mis hombros. Y El Joche con su inteligencia seguro seguro sacará a sus hermanos de la miseria; tan jóven y ya me lo tienen disque becado en el colegio. No se bien que quiere decir eso, sólo me dicen que por él no tengo que pagar por aplicado, que es un pelao especial.

Pero por qué él, ¿ah? Por qué mi ángel de ébano… tenía algo de cada uno, era… era perfecto y no es amor bobo lo que siento, Ernesto, es la pura verdá. Todo quien lo veía se quedaba aterrado con la luz fosforescente de sus ojos, con la sabiduría de sus palabras y la fuerza de su corazón. Teniendo apenas para él, siempre que almorzaba pescado iba y le llevaba la mitad a la vieja Elba en el asilo del pueblo, sabía que era lo único que comía. Recogía a los perros del camino y los llevaba a dormir con él. Ernesto, no puedo hacer el show, no quiero bailar, cantar nunca más.

Me acaban de avisar. El paludismo se lo llevó, como encuentre a ese demonio, es a palo vivo que lo acabo. Por qué, Ernesto, dígame algo. ¿Por qué lo mató, yo que le hice a él? Ernesto, hábleme; sé que no le importa mi dolor, sólo el bendito espectáculo de hoy, debe estar haciendo cuentas de lo que perdió. Yo sólo intento entender, qué fue, por qué se lo llevaron, qué quiso mi Dios con esto. Ya me había dicho Pancha, la que echa las caracolas allá donde nació mi papá, que no sabía yo de dolor porque tenía a mis crías completas, que el día que perdiera a uno de ellos dejaría de decir que era fuerte. Maldigo esas palabras. Ella lo sabía, sabía que uno se iría antes que yo. Si me hubiera dicho todo, hubiera dejado esta vida miserable, ya la vieja me había advertido que ese hechizo cae sobre las mujeres que no tienen voluntad.

Nunca se me olvidará la promesa que le hice y que me faltó tiempo y de ese papel horrible que creen que es valioso, que se llama dinero, para cumplírtela, mijito. Desde una vez que vistes en el televisor del salón del pueblo unas mujeres bien bonitas ellas, bailando samba te interesastes por el tema en la biblioteca y con tus amigos, que eran las personas más leídas de la región. Te volviste un experto: cantabas los himnos, tus abuelos esclavos africanos volvían a nacer una y otra vez cada que bailabas y a la gente embelesabas. Te prometí llevarte al sambódromo. -Cómo me duele el alma saber que ya no será en esta vida. Segurito en la siguiente, pediría ser tu mamá de aquí a que el universo se volviera a crear-.

Ernesto, llevo horas hablando con un muro ya sé que no le importa, no va a contestar. Sigue encerrado con llave en su despacho y no quiere darme la cara. Mañana en la madrugada salgo a darle cristiana sepultura a mi pedazo de corazón. Hay algo que mi conciencia me va a obligar a decir para no tener que volver por acá. Ya estuvo bien: renuncio a La Fama… vuelvo a ser Madre, todavía me quedan cuatro. Me voy Ernesto, me voy para no volver pero antes debo decirle: Ése, mi hijo que tanto quise, nació de una de esas noches quietas en que por aburrimiento o por obligación reemplacé el cliente respectivo por los lujos de su habitación, Mi Señor.

Ya sabrá usted entender por qué era para mi, único y especial El Salomón.

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